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“Es la Solemnidad del Cuerpo y la Sangre de Cristo”. Una fiesta que los católicos empezamos a celebrar ya en el segundo milenio, pues antes ni existían los sagrarios ni el concepto de reserva eucarística tal como hoy lo entendemos. La acompañan una serie de elementos :
Esta tradición empezó en el siglo XII con Santa Juliana Mont-Cornillón, quien recibió una visión que originó esta fiesta y junto a otros milagros eucarísticos se extiende la bonita costumbre por todo el mundo como una realidad de la Iglesia.
Es lógico que tengamos la necesidad de adorar a Dios verdaderamente presente en la Eucaristía.
Es lo que hizo y hace Jesús. Sus gestos en la Última cena: ¨Tomó pan levantó los ojos al Cielo, lo bendijo y lo partió y repartió”.
Esta es la vida del cristiano, una vida que, de un modo u otro, nos obliga a ser como el pan; estamos llamados a darnos, es decir a gastar nuestras vidas.
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