Siguiendo la costumbre, Proclo dijo que María es Madre de Dios. Pero cuando se terminó el sermón, Nestorio se subió al púlpito y corrigió al predicador, diciendo que no estaba de acuerdo, pues «María es madre del templo, pero no del Dios que habita en el templo».
En ese momento algo muy inusual sucedió. Un laico llamado Eusebio, abogado de profesión y acostumbrado a hablar en público, se levantó de su sitio y empezó a defender la fe. También el pueblo fiel se indignó. Ellos siempre habían confesado a María como Madre de Dios, sabemos que todos los días en el Ángelus recitaban el Sub tuum praesidium (Bajo tu amparo nos acogemos, santa Madre de Dios).
Hubo un rechazo popular grande frente al Patriarca, y empezaron a boicotear los actos en los que estaba Nestorio, y no asistían porque decían que su obispo no confesaba la fe católica.